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viernes, septiembre 13, 2013

Viernes normal



Crónica de un viernes normal actual.
Pero con un ciclón anunciado.

8:00 Al abrir el cajón del buró donde guardo mis antihistamínicos me doy cuenta de que me estaba tomando la última tableta. La ingiero. No me harán nada los ácaros este día.

9:00 Llego al trabajo.

10:00 Pensamiento de que tengo qué comprar el antihistamínico.

13:00 Otra vez recuerdo el antihistamínico.

16:00 Salgo del trabajo.

16:10 Como con una amiga.

16:45 Vamos a sacar unas películas para el fin de semana, ya que se anuncia que un ciclón está por entrar. Andamos en un súper.

17:30 Ignoro las farmacias. No recuerdo el antihistamínico.

18:00 Llego a mi casa. Tomo un vaso con agua.

18:05 Doy comida a mis mascotas.

18:30 Abro mi laptop. Me distraigo con el Internet. Leo, pongo música y prendo la tele, todo a la vez.

19:00 Estornudo y me moquea la nariz.

19:01 ¡El antihistamínico! La humedad y los ácaros, mis enemigos, tengo qué combatirlos.

19:05 Salgo, o me quedo sin tomarlo, pienso un rato.

19:30 No puedo ignorar que me escurre la nariz.

19:55 Me subo al coche, llueve un poco. El cielo está negro.

20:00 Llego a la farmacia Benavides.

20:02 Me atiende un joven muy amable. Hay más gente pidiendo medicamentos y por ahí.

20:03 Le pregunto al joven por el descuento, ya que tengo una tarjeta que dice me hacen descuento en mis compras  en la farmacia, en medicamentos y todo lo que se me ocurra comprar.

20:04 El joven dependiente me da un precio más alto que el marcado en la caja del antihistamínico. Y luego me dice que el descuento es tal.

20:05 Le pido unas gotas para la nariz. Y pregunto cuánto cuestan. Sin descuento y con descuento.

20:06 El joven dependiente hace cuentas y no me quedan claras.

20:07 Le digo que él es muy amable pero que deseo saber cuánto cuesta, qué descuento hacen y cuánto descuento más hacen por tener la tarjeta de farmacias Benavides.

20:10 El joven hace cuentas y resulta que le sube al precio para dar el descuento de la farmacia Benavides y luego el descuento de la tarjeta de descuento.

20:11 Parece un enredo, como si yo no entendiera las cuentas que hace. Habla de un precio de lista que no figura en la caja y que es más alto.

20:12 Le pido me escriba los precios. De la caja del medicamento, de la farmacia y de la tarjeta de descuento.

20:15 Le digo que gracias, que regresaré y que me guarde los medicamentos.

20:18 Subo al coche. Llueve. Encuentro estacionamiento.

20:20 Bajo del coche. Entro a la farmacia Guadalajara.

20:21 Encuentro a un amigo comprando medicinas. Lo saludo. Está solo, como yo, un viernes por la noche. Y como yo, anda comprando en una farmacia.

20:22 Pregunto los precios de mis antihistamínicos y de las gotas para la nariz.

20:25 En la farmacia Guadalajara me dan un precio mucho más bajo que en la farmacia Benavides y sin tarjeta de descuento.

20:26 Adiós Quique, me despido de mi amigo que se iba sin decirme adiós.

20:27 En la farmacia Guadalajara solamente tienen las tabletas antihistamínicas, las gotas para la nariz, no.

20:28 Pido me escriban en un papel el precio de las gotas. Me dicen que para mañana las tienen allí.

20:29 No, gracias. Mañana saldré a buscarlas. Será un pretexto para salir de casa, pienso.

20:30 Salgo a la calle. Subo al coche. Llueve.

20:35 Veo policías en ronda. Es de noche ya. Llueve. La calle está oscura. Pudiera ser peligroso andar por allí.

20:40 Regreso a la farmacia Benavides. El joven dependiente está serio, como ceñudo.

20:41 Lo saludo. Hace como si nunca me hubiera visto. Pienso que lo reprendieron. No sé por qué.

20:42 Regresé, le dije. Encontré los antihistamínicos en la farmacia Guadalajara al precio de $204.60 y aquí en la Benavides usted me dio el precio, ya con todos los descuentos a $212.62 le dije.

20:43 No se interesó. A mí qué, pensé que pensó.

20:44 Y las gotas para la nariz no las tuvieron, pero usted aquí en la Benavides me da el precio de $599.92 En la Guadalajara el precio es de $558.20

20:45 ¿Puede la Benavides igualar el precio de la Guadalajara?

20:45 No, dijo.

20:45 Gracias, buenas noches, le dije.

20:45 De nada, me respondió.

20:46 Salí de la farmacia Benavides. Llovía más fuerte. Subí al coche. Más policías y soldados por las calles.

20:50 Llegué a casa. En el patio, los perros al verme corren y me hacen fiestas.

20:55 Me tomo el antihistamínico. Dormiré bien, pienso.

21:00 Escribo este rollo. ¿Volveré a comprar en la farmacia Benavides? La farmacia Guadalajara es mucho más barata.

21:02 Lo que escribo cuando no tengo nada qué escribir. Me asombro. Está una película esperando ser vista por mí, sola, en mi cama o en mi sala, depende del aparato que la acepte. Mañana he de regresarla. Espero que me guste, pienso.

21:03 Recuerdo que alguien me había dicho que esa farmacia era cara. Ya me lo habían anunciado. No lo creía.

21:10 Buenas noches. Ya se me quitó la alergia.

domingo, junio 02, 2013

Sueños son

Uno de mis sueños: vivir un año en Venecia. Pasear en una góndola, o mirar la luna desde la ventana reflejarse en el agua. Ponerme una máscara en el Carnaval y vestida de fiesta celebrar los festejos paganos; caminar por la Plaza San Marcos dando comida a las palomas. Transportarme en embarcaciones colectivas por el Gran Canal hablando en italiano con la gente, riendo. Tomar el sol en la Playa del Lido. Todo era bello. Y yo, enamorada.

Otro sueño, el segundo, era pasear un año por las calles de París. Entrar a todos los museos, varias veces al D’Orsai; recorrer los palacios; sentarme en los Campos Elíseos a beber un café y disfrutar del paisaje. Subir a la Torre Eiffel; y, dar un paseo por el Sena. Comprar flores en un día soleado; y, llevar el paraguas conmigo siempre. Descubrir que en la mesa contigua está comiendo Gerard Depardieu. Todo bello. Y yo, enamorada.

El tercer sueño fue visitar Egipto. Encontrarme de cerca con las pirámides, incluso entrar en una de ellas; tomarle una foto a La Esfinge; subirme a un camello en el desierto. Regatear alguna compra en el mercado; y saludar a Tutankamon en el Museo del Cairo. Luego ir a Luxor y al Valle de los Reyes y las Reinas. Navegar por el Nilo de día espantándome las moscas. Y terminar en una playa de Alejandría departiendo con amigos de varias nacionalidades. Todo bello. Y yo, enamorada.

Y así, seguían mis sueños deseosos de experimentar en tierras lejanas, en querer vivir y conocer culturas y gente de otras latitudes; siempre atenta, observando, respetando costumbres. Adoptando hábitos, incorporándolos en mí. Gozando de lo que el mundo me ofrecía. Probando diferentes comidas, bebiendo de distintos manantiales, bañándome en otras aguas y haciéndolas mías. Todo bello. Y yo, enamorada.

Todavía tengo a Barcelona en mis sueños; añoro la ciudad condal; caminar por las Ramblas; sentarme en un café y beber un cortado comiendo un bocadillo de fuet. El Paseo de Gracia. La Catedral. El Palau de la Música. El barrio chino. Gaudí, el Parque Güell. Los callejones donde me encontraba una pareja bailando tangos, un grupo de jazz, un mimo, y en una ocasión a Manu Chao tocando la guitarra y cantando su Clandestino. El teatro, los amigos del Lupanar literario. Mi primer pisito en el Gótico, mi otro piso con terraza en Gracia, las fiestas, los amigos. Mi corazón que allí quedó. Todo bello. Y yo, enamorada.

Vivir en una urbe de las más pobladas del mundo: la Ciudad de México. Otro de mis sueños era descubrir esos contrastes que enriquecen la esencia mexicana que me pertenece. El norte citadino, con sus edificios inteligentes y su modernidad; el centro, con su historia y edificaciones donde mezclas de cultura azteca y española se fundieron; mi añorado Coyoacán, entre otros barrios, que hacen del sur un lugar especial; los suburbios y sus centros comerciales. Las librerías, obras de teatro, los cines, los museos, los antros, la artesanía. Todo bello. Y yo, enamorada.

¿Cuándo regresarás? Preguntaba mi madre. Veía tan lejano mi retorno. Tal vez, algún día, quizás, nunca… Mis sueños seguían: tocaba vivir en Cancún y en Playa del Carmen; disfrutar del Caribe Mexicano estaba al alcance de mi mano, y ¿por qué no?, bañarme en ese mar tan turquesa; mis pies descalzos cubiertos por arena blanca y suave era otro de mis deseos oníricos. Todo bello. Y yo, enamorada.

Llegó el tiempo. Y aquí, en esta mi Ciudad Victoria, las raíces amarran mis pies a la tierra, y vuelan mis recuerdos a la niñez. Sueño con las declamaciones de mi abuela; jugar con mis primos; el Diecisiete; el agua fresca del río los domingos de verano. He vuelto a la tierra que me pertenece, he visitado el cementerio donde mis antepasados descansan. Sueño con ese tiempo y este lugar cuando mamá cantaba el Cuerudo y reía. Todo bello. Y yo, enamorada.

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Calderón de la Barca
Ilustración tomada de "Mis imágenes de Google"

martes, marzo 12, 2013

Volver


Si volviera atrás… a esos días en que reímos mucho y jugamos. Y no había nada más, ni gente, sólo las estrellas, a veces la luna llena. Y tú y yo, enamorados.

 … 2 de enero

¡Qué silenciosa que está!
Mándeme un mail; déjeme un mensaje con su voz en mi contestador telefónico; envíeme un pequeño texto a mi móvil. ¿O es que ha decidido usted, como las sirenas del cuento de Kafka, utilizar la más poderosa de sus armas?

Parecía que unos días sin vernos eran una eternidad.
… 3 de enero

¡Feliz año! Querido, a las sirenas de Kafka les interesaba el fulgor de los ojos de Ulises y atraparlo sólo un instante... y él, como muchos hombres, era un ladino.
Pero… me gusta su canto y más, observar sus silencios.
Lo llamo.
 
 
Ilustración tomada de Google Imágenes.


martes, febrero 26, 2013

Bruma


Querido, 
al escribir estas líneas acaricio tu recuerdo.

El pueblo está lleno de agitación y de bullicio. A veces, sentada en una banca de la plaza, contemplo a los hombres que pasan, buscando tu figura: inútil, ninguno eres tú.

Por las noches, cuando miro las estrellas, algo de tus ojos oscuros y profundos se refleja en el cielo. Y te siento cerca, y estás tan lejos.

En este lugar del que te escribo, me envuelve una bruma espesa y ardiente…
Y desearía verte pronto.

Imagen tomada de Google.

sábado, febrero 23, 2013

Calor

Querido, tus manos.
Imagino que tocas el piano...


En este momento escucho “el Concerto Italiano de Bach” y son tus manos jugando con las teclas. Tus dedos para allá y para acá, suaves, violentos, como susurrando emocionados la melodía, pacíficos, un poco temblorosos y seguros a la vez. Elegantes. Tristes. 
  
Tus dedos se pasean por el teclado. Saben que conocer e interpretar a Bach los hace superiores, únicos... los más bellos que pueda imaginar.

¿Qué tal el calor, las vacaciones? ¿Playa del Carmen? Escribir en los cafés de la Quinta. El mar. ¿Cómo estás?
Me iré unos días fuera, no sé todavía adónde...
Estoy trabajando en La guía que he de entregar a finales de septiembre, ¿te lo había dicho? El típico libro por encargo.

Vigila los rayos del sol, bebe muchos líquidos y, por favor, cuida esas manos.
Un beso 

Imagen tomada de Mis imágenes de Google

viernes, febrero 22, 2013

Su figura


Porque es mío y está aquí, o yo allí, donde me llevó una noche... y no nos entendimos.
Porque adoro sus manos frías, sus ojos miopes.
Y es especial...
Por las calles busco su figura delgada... Lo lleno de letras y mancho con tinta la sombra de sus pasos. Escribo para él... unas cartas que nunca existieron. 

¿Merece mi cariño, mi respeto? ¿A quién le importa que esta historia sea cierta o falsa? 
¿A él? ¿Y quién es él?... ¿Existe?

Imagen tomada de Google.