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jueves, agosto 31, 2006

Aquí estoy

Horacio Ladrón de Guevara, un buen amigo, dramaturgo, actor, argentino y más cualidades (virtudes y defectos)… me decía, en los inviernos de Barcelona, cada vez que me enfermaba de la garganta, que la causa de mi mal era algo no dicho, algo que se me había atorado en el cogote, que las palabras estaban allí y me hacían daño, y que por eso la garganta, esta pobre garganta mía, protestaba. Que por eso me enfermaba…
“Decílo, Coro, decí lo que no has dicho” me decía.
Y yo, después de doce años de psicoanálisis un día a la semana tirada en el diván diciendo, hablando, narrando, contando, fantaseando… pensaba que Horacio no tenía razón, que ya lo había dicho todo y que no me quedaba con nada obstruyendo allí en mi pescuezo…
“No, no hay nada más” le contestaba, “estoy así por el frío; o es que anoche me fui de fiesta… y cómo bailé y canté.”

Hoy aquí, enferma de faringitis. Podría decir que es porque entré la semana pasada a dar clases en una escuela, y hablo demasiado, expongo las lecciones, llamo la atención de los chavales, a veces (la mayoría de) grito, alzo la voz.
“¡A callar!” “¡Silencio!” “¡Por favor!” “¡El que sigue!”
Repito, repito, repito y, después de tres horas seguidas de clases y blablablá, ando ronca por el mundo.
¿Será esto lo que tiene mi garganta dolorida?
O ¿es que Horacio tenía razón?

En eso he estado estos días… La impotencia de no poder expresarme ante la injusticia y la sinrazón, ante el despliegue de poderío... se me instala en la gola. Mi pobre gola.
Y estoy con fiebre y sin poder decir ni pío.

Coro 2006

miércoles, agosto 09, 2006

¿VACACIONES?

Algunos viajes. Carreteras.
Gente nueva...

Regresaré... Volveré.
Prometido.

jueves, agosto 03, 2006

Ya estamos...

De nuevo vienes… con otro nombre

Te llamas Chris, como la vecina. Como la chica amable que saluda al encontrarme… Esa que vino del norte, pero que es cálida… le atrajo el calorcito y la humedad de esta zona, como a ti. Es una seductora y simpática, cómplice de mis andanzas. No hace ruido y deja, a veces, traspasar desde su ventana, una música suave.
De viento.

Vienes del sur, lo sabemos. Allí naces, allí te vas alimentando hasta que echas a volar… te tropiezas y reanudas el vuelo corajuda y enjundiosa. Y realizas cabriolas caprichosas. Y te llevas lo que encuentras, no te importa. Egoísta, traviesa, desastrosa… no te mides. Bailas salsas y merengues y ritmos tropicales como ninguna. Te meneas, sacudes cabelleras. Imparable. Incansable.
Agotas.

Tu madre te pare. Fruto del calor y del frío, del Sol y la Luna, de las mareas, las estaciones. De Helios y Selene y descendiente de todas las constelaciones. Niño o Niña… Creces. Y vas creciendo. Aumentas en grosor y estatura. Te alimentas, te vuelves caníbal y también vegetariana y sangrienta y sedienta. Devoras. Demandas, arrasas. No importa lo que ingieras…
Bulímica, lo vomitas donde sea.

Te conozco. Cuando creces, tu soberbia no tiene límites. No hay poder humano que te destruya. Nadie ni nada puede contigo. Te dejamos. Te observamos… precavidos.
Agua, pan, latas, atún, frijoles, paté, aceitunas. Lámparas, pilas, velas, cerillos. Protegemos las ventanas. Quitamos los adornos. Llenamos las despensas, el botiquín, por si acaso…
No pasaras de largo.

2006 Coro