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viernes, septiembre 06, 2019

¿Quién primero?

Escribo sobre Nicolasa, la quiero, la cuido, alimento, le tomo fotos, hablo con ella... y quisiera aprender a ladrar, o que ella aprenda a hablar. ¿Qué sucedería primero, en el caso de contratar a un entrenador profesor profesional, para que nos de clases, con  una muy rígida disciplina?
1. ¿Aprendería yo a ladrar, entender sus ladridos y así poderme comunicar con ella?
2. ¿Aprendería Nicolasa a hablar?
Dejo aquí este cuento de Mario Benedetti que me pareció oportuno.

Mario Benedetti
(Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó,
Uruguay, 14 de septiembre del 1920 — Montevideo, 17 de mayo de 2009)

El hombre que aprendió a ladrar
(Despistes y franquezas, 1989)
A Tito Monterroso,
este agradecido complemento
de «El perro que deseaba ser un ser humano».

      Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desaliento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se autoflagelaba con humor: «La verdad es que ladro por no llorar». Sin embargo, la razón más valedera era su amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es comunicación. ¿Cómo amar entonces sin comunicarse?
      Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día, Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.
      Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: «Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinas de mi forma de ladrar?». La respuesta de Leo fue escueta y sincera: «Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano».


jueves, agosto 22, 2019

Me canso, ganso


Las supersticiones en lo que al ganso se refiere pudieran ser válidas. Antiguamente, los campesinos predecían el tiempo sin equivocarse valiéndose de los excrementos y los huesos del animal.

Pero, ¿será descabellada la creencia de que resuelve los problemas de calvicie? Algunas personas afirman que se han untado su grasa y han evitado la caída del cabello. Y además, afirman que les crecen pelos en su cabeza.

No creo a los que dicen que el ganso es un animal idiota. Tal vez por su comportamiento gregario y porque se conduce sin iniciativa propia, el dicho de: «Hablas por boca de ganso»,  cuando hablas por boca de otro. Por eso mismo el origen de la expresión: «Hacer el ganso».
  • En algunos países europeos le atribuyen al ganso la virtud de adivinar el futuro. Sebastián de Covarrubias dice de él en su Tesoro de la Lengua (1611):   Es el ganso símbolo de la centinela que haze escolta, por ser de tan delicado oydo que en sintiendo qualquier ruydi grazna; exemplo tenemos en los que despertaron las guardas quando ellas y los perros dormían a tiempo que los franceses (sic) escalavan en Roma el Capitolio.

«Ganso» desplazó de la lengua corriente al español «oca» ―que provenía del latín vulgar auca, que provenía de latín ávica. A su vez, «oca» había desplazado al español «ánsar» ―que provenía del latín clásico anser, procedente del idioma indoeuropeo *ǵʰans. (Wikipedia).
Nebrija recoge en su diccionario a finales del XV el significado de ganso o «ansar».

En México, gracias a nuestro presidente AMLO, traemos en boga la expresión: «Me canso, ganso», atribuyendo al animal una especie de fuerza y de fe. Como si fuera un ave trabajadora, con poderes para resolver conflictos y arreglar un país donde durante décadas imperó la corrupción en sus gobernantes a todos los niveles. Un país que ya no un milagro sino, podríamos decir que, las ganas de un incansable un ganso lo va a levantar. Un animal que trabaja, madrugador y que promete componer y llevar al esplendor a nuestro México. ¿Por qué no? ¡Me canso, ganso!