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lunes, diciembre 29, 2008

Primos

Que el abuelo fue matemático, músico, poeta y loco, ni dudarlo... y era en las fechas navideñas cuando su locura se acentuaba. Le ponía de nervios tanto alboroto, la música estridente de villancicos y los grititos de felicidad de los primos y de gente que venía con regalos a visitar a la familia. Las puertas de casa permanecían siempre abiertas y había un tráfico de amistades que no paraba de entrar y salir.

Él se escondía, se iba a la biblioteca o a pasear al jardín así estuviéramos a cuatro grados. Yo lo seguía y cubriéndolo con una manta me lo llevaba al invernadero a que recuperara su cordura en soledad, o mejor dicho, en mi compañía.
-"Hipotenusa es el lado de mayor longitud de un triángulo rectángulo, y el lado opuesto al ángulo recto. La medida de la hipotenusa puede ser hallada mediante el teorema de Pitágoras, si se conoce la longitud de los otros dos lados, denominados catetos…"

Los brotes esquizofrénicos le duraban unas horas:
-"El conjunto de los números primos es un subconjunto de los números naturales. Son mayores que 1 y divisibles por sí mismos y por la unidad. Por ejemplo, el número 7 tiene sólo dos divisores que son el 1 y el mismo 7 por lo que 7 es número primo… El número 4 tiene más de dos divisores distintos: el 1, el 2 y el 4 por lo que 4 no es un número primo."
Y se ponía a mencionar los primos menores que cien: "Son 25: 2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23, 29, 31, 37, 41, 43, 47, 53, 59, 61, 67, 71, 73, 79, 83, 89 y 97."
-Abuelito, ¿para qué nos sirven los números primos? –le preguntaba. Su respuesta era muy escueta, decía que para la informática… Y es que el viejo en esos momentos no estaba para dar razones, sólo repetía lo que su cabeza le iba dictando.

-La Aritmética tiene siete operaciones básicas que son: Suma. Resta. Multiplicación. División. Potenciación. Radicación. Logaritmación. A la operación conjunta de todas estas operaciones se le conoce como cálculo aritmético
Yo le decía, después de un rato:
-Ya sabemos que "El orden de los factores no altera el producto", abuelo. Así que ahora quisiera que me declamaras un poema… Por ejemplo el de La risa, de Neruda. Y él salía de su ensoñación o del mundo donde había estado y se soltaba:

Quítame el pan si quieres / quítame el aire, pero / no me quites tu risa.
No me quites la rosa, / la lanza que desgranas, / el agua que de pronto / estalla en tu / alegría, / la repentina ola / de planta que te nace.
Mi lucha es dura y vuelo / con los ojos cansados / a veces de haber visto / la tierra que no cambia, / pero al entrar tu risa / sube al cielo buscándome / y abre para mí todas / las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora / más oscura desgrana / tu risa, y si de pronto / ves que mi sangre mancha / las piedras de la calle, / ríe, porque tu risa / será para mis manos / como una espada fresca.
Junto al mar en otoño, / tu risa debe alzar / su cascada de espuma, / y en primavera, amor, / quiero tu risa como / la flor que yo esperaba, / la flor azul, la rosa / de mi patria sonora.
Ríe de la noche / del día, de la luna, / ríete de las calles / torcidas de la isla, / ríete del torpe / muchacho que te quiere, / pero cuando yo abro / los ojos y los cierro, / cuando mis pasos van, / cuando vuelven mis pasos, / niégame el pan, el aire, / la luz, la primavera, / pero tu risa nunca / porque me moriría.

Terminando el poema comenzábamos a reír y me venía la tranquilidad al saber que el viejo había vuelto a la vida. La abuela parecía que adivinara porque justo entonces…
-¡A la mesa! –nos gritaba desde la cocina.
-¡Vamos, abuelito! Que la cena nos espera.
-Tú debes de saber que 2+2 no son 4, ¿verdad? –me decía por el camino.
-Sí, abuelito, 2+2 son tres, ya me lo habías dicho…

Nomás entrar a casa nos recibían con abrazos y besos y nuestros platos llenos de comida mientras los primos cantaban, bailaban y reían por todo lo alto.

-¡Feliz año nuevo! –gritaban por doquier.
Y era cuando el abuelo sacaba su violín y se unía, feliz, al alboroto.

Ilustración tomada de Wikipedia: "El pobre anciano no podía gritar…" www.cervantesvirtual.com

lunes, diciembre 22, 2008

Deseos de

¡Felices fiestas!

Te invito a:
DEL DIARIO CANCÚN
http://desayunocomidaycena.blogspot.com/

La segunda temporada de aquel blog donde cuento cómo me va en los restaurantes... entre otras cosas.

Les deseo que el 2009 sea un mejor año.
Que haya para tod@s:

¡Mucho amor, euros y salud!

lunes, diciembre 15, 2008

El espejo

Todos los diciembres eran iguales, nomás empezaba y con él venían los olores en la cocina.
El afecto se mezclaba entre las comidas, regalos y preparativos. El encuentro con parientes y amig@s; las carcajadas, abrazos y buenos deseos; los villancicos que cantaba a todo pulmón; las posadas y la espera de la Nochebuena y la Nochevieja.
Tanta felicidad casi se desbordaba por mi pecho de niña: ¡El abuelo nos visitaba el mes entero! (junto con la abuela y mi tía soltera, claro). Estábamos de fiesta.

En cuanto el viejo llegó, le dije:
-Mira abuelito, he comprado con mis ahorros dos décimos de la Lotería, uno es mío y el otro para ti. Este billete al principio me gustó, pero ahora me parece que es un número muy bobo.
-¡Gracias por el regalo! A ver, déjame verlo, “01729” ¡qué va a ser bobo!, es un número muy interesante, es el más pequeño que puede ser expresado de dos maneras distintas como suma de dos cubos…
Agarró la tiza y se puso a rallar la pizarra con números que demostraban la importancia de 01,729 = 1 (al cubo) + 12 (al cubo) = 10 (al cubo) + 9 (al cubo).

Las charlas con mi abuelo me llevaban a reflexionar y a ver el mundo distinto. Sin duda, pensaba las cosas de manera diferente después de platicar con él. Sentí miedo cuando vislumbré la posibilidad de que no estuviera más conmigo, me puse tan triste que la vista se me nubló y tuve la sensación de haberme ido por un túnel. Cuando desperté (fueron segundos de inconsciencia) le dije:
-Abuelito, me fui por un agujero negro o viajé en el tiempo. Me vi sentada a una mesa, escribiendo junto a un ventanal. Afuera llovía y había muchos árboles que se movían con el viento. Tengo la impresión de haber estado en una habitación que no conozco pero que he visto en sueños… o me parece.

-No era agujero negro, porque de serlo no hubieras podido salir de él ya que es una trampa cósmica. Mira, ven –me dijo.
Repuesta de la extraña sensación de haber vivido algo raro, como viajar a quién sabe dónde sin moverme de sitio, seguí al abuelo que me quería mostrar no sé qué.
-Toma esta pelotita, lánzala hacia arriba y ya ves, cae al suelo siempre. Pero si la lanzas a la velocidad de escape de la Tierra, tendrías qué lanzarla a 40,320 kilómetros por hora.
-¡Es la velocidad de despegue de los cohetes espaciales! Van a 11,2 kilómetros por segundo –le dije. Lo había estudiado en clase.

Luego, el abuelo me llevó dentro de casa, a la sala, donde había un gran espejo antiguo con marco dorado.
-Mírate en este espejo. Ahora ven hasta aquí –me señaló un metro y medio más lejos.
-¡Ya! -me miré… las coletitas caían a medio hombro; las tobilleras las había cambiado por medias de lana; vestía una falda tipo escocesa y un jersey blanco; me había puesto sombra en los ojos y ¡rimel en las pestañas!… también había crecido, estaba más alta allí, a lado de mi querido viejo.
-Estás viajando en el tiempo –me dijo-. La imagen que ves de ti misma, no eres tú ahora, eres tú hace 10 nanosegundos. Viajando a 0,3 metros por nanosegundo, la luz tarda 5 nanosegundos en ir desde tu cuerpo al espejo y otros tantos en regresar. Así que cuando nos miramos en el espejo, estamos mirando una versión más joven de nosotros mismos.
-¡Qué increíble, abuelito! Explícame más de los viajes en el tiempo…

El timbre del teléfono nos interrumpió, contesté la llamada y me olvidé por completo del abuelo, los túneles del tiempo, los agujeros negros, los números interesantes...
El viejo declamaba El futuro, de Julio Cortázar, cuando me le acerqué para darle un beso… me iba a una posada con mis amiguitas y claro, allí vería a mi compañero de clases Acuario. Y salí disparada como cohete…

Y sé muy bien que no estarás. / No estarás en la calle / en el murmullo que brota de la noche / de los postes de alumbrado, / ni en el gesto de elegir el menú, / ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes / ni en los libros prestados, / ni en el hasta mañana. / No estarás en mis sueños, / en el destino original de mis palabras, / ni en una cifra telefónica estarás, / o en el color de un par de guantes / o una blusa. / Me enojaré / amor mío / sin que sea por ti, / y compraré bombones / pero no para ti, / me pararé en la esquina / a la que no vendrás / y diré las cosas que sé decir / y comeré las cosas que sé comer / y soñaré los sueños que se sueñan. / Y sé muy bien que no estarás / ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo, / ni allí afuera / en ese río de calles y de puentes. / No estarás para nada, / no serás mi recuerdo / y cuando piense en ti / pensaré un pensamiento / que oscuramente trata de acordarse de ti.

Ilustración: El espejo falso, 1935. René Magritte.

miércoles, diciembre 10, 2008

Remolinos

"Me quiere. No me quiere. Me quiere. No me quiere… ¡Me quiere!" Estaba concentrada deshojando una margarita cuando mi abuelo asomó por la puerta.
-Las margaritas silvestres tienen trece, veintiún o treinta y cuatro pétalos –me dijo.
-¡Ah!, gracias abuelo, entonces contaré los pétalos y si quiero que me quiera, y son 34 empezaré con: ¡No me quiere!; o con ¡Me quiere! si la margarita tiene trece o veintiuno, y yo no lo quiero.
-Eso es hacer trampa –me dijo sonriente, y agregó-: Debes de saber que si no eres amada es mala suerte; pero si tú no amas, es una gran tragedia. Sentir el amor es lo mejor del mundo.
El viejo sospechaba que Cupido me había disparado sus flechas. Y no se equivocaba.
Mi nuevo compañerito, ese que se emocionó al enterarse de que yo también era Acuario, me había regalado una caja de bombones y muchas sonrisas.

-Abuelo, cuando pienso en él siento remolinos acá adentro –puse la mano entre el corazón y el estómago.
Sonreía y me miraba. Sacó su violín y una melodía se escuchó en el espacio. Cerré los ojos para imaginar a mi amado: su risa, las pecas de su nariz, hablando conmigo en el recreo, cargando mis libros, comiendo juntos un helado de vainilla con caramelo… ¡leyéndome el horóscopo!

De pronto, el viejo paró la música y me invitó a que lo acompañara al rancho. Íbamos a ver cómo emprendía el vuelo un halcón peregrino. El veterinario lo había curado de un ala lastimada y ya era hora de que volara de nuevo.
Estaba encantada de presenciar tal acontecimiento que me olvidé por completo de mi compañero pecoso. El abuelo me iba explicando que los halcones son las aves más veloces de la Tierra.

-Se lanzan hacia sus presas a velocidades que superan los 320 kilómetros por hora. Podrían volar más de prisa si lo hicieran en línea recta en lugar de trazar una trayectoria en espiral cuando cazan.
-¿En espiral? ¿Por qué? –me parecía tan raro.
-Como dijo Aristóteles, La Naturaleza nada hace en vano. Los ojos del halcón están situados a ambos lados de la cara, y es la mejor manera que tienen de aprovechar por completo su estupenda visión. Vigilan con los ojos bien abiertos. No quieren fallos, así que mantienen la cabeza erguida y ladeada 40 grados mientras trazan la espiral logarítmica y controlan todo el tiempo a sus presas.

-¿Las espirales se relacionan con las galaxias? –pregunté después de que el halcón extendió sus alas y voló trazando un camino en el aire que, hubiera asegurado, era en espiral…
-Hay aproximadamente cien mil millones de galaxias en nuestro universo observable, y la mayoría tiene formas espirales… Además, se da en muchos fenómenos de crecimiento de la naturaleza. Por ejemplo, a medida que el molusco del nautilo crece en el interior de la concha, va construyendo un habitáculo cada vez mayor y sellando los pequeños que ya no utiliza. Cada crecimiento en la longitud de su concha va acompañado de un incremento proporcional de su radio. Así, el nautilo percibe una "casa" idéntica a lo largo de su vida.

-¿Y los cuernos de los carneros tienen formas de espirales?, ¿el rollo de papel higiénico?, ¿los huracanes? –preguntaba a mi abuelo mientras se me iban ocurriendo más animales, fenómenos y cosas…

En el camino de vuelta a casa, el viejo cambió el tema de las espirales y logaritmos por poemas. Fue Margarita, de Rubén Darío con el que inició el regreso poético:
Margarita, está linda la mar, / y el viento / lleva esencia sutil de azahar; / yo siento / en el alma una alondra cantar / tu acento. / Margarita, te voy a contar / un cuento.
Éste era un rey que tenía / un palacio de diamantes, / una tienda hecha del día / y un rebaño de elefantes, / un kiosco de malaquita, / un gran manto de tisú / y una gentil princesita, / tan bonita, / Margarita, / tan bonita como tú.
Una tarde la princesa / vio una estrella aparecer; / la princesa era traviesa / y la quiso ir a coger. / La quería para hacerla / decorar un prendedor, / con un verso y una perla, / una pluma y una flor. / Las princesas primorosas / se parecen mucho a ti: / cortan lirios, cortan rosas, / cortan astros. Son así. / …

Entre verso y verso, el abuelo me dijo que le gustaría conocer a mi amigo Acuario.
Esa noche soñé con pétalos de flores, caracolas, estrellas en joyas, halcones, princesas y también con signos del zodiaco que se confundían entre espirales de humo…

viernes, diciembre 05, 2008

Entre dos

Estaba en época de exámenes y no tenía claros algunos temas. Había contradicciones en lo que estudiaba. Por un lado, la materia de Ciencias y por otro, la clase de Religión. Mi abuelo estaba en casa y aproveché para preguntarle:
-¿De dónde venimos los seres humanos?
Él, rápidamente me mostró el árbol genealógico que había estado haciendo esos días de heladas tremendas cuando no salió de casa.
Dibujadas en el arbolito estaban las caras de los antepasados de sus antepasados más remotos… y por consiguiente de los míos.

-Todo ser humano comienza siendo un bebé que sobrevive sólo si recibe cuidados –me dijo.
-Eso es lógico, abuelito. Pero hoy en el colegio las monjas nos enseñaron que un señor Darwin dijo que descendemos del mono.
-¿Te hablaron las religiosas del origen y evolución de las especies? –preguntó asombrado el viejo.
-Más o menos, yo quería que nos explicaran más de los animales, pero no lo hicieron. Después de ese tema nos santiguamos y besamos la Biblia. Y luego nos contaron la historia de nuestros primeros padres, Adán y Eva, que vivían en el Paraíso, pero como pecaron, le hicieron caso a una serpiente que les habló y los invitó a comerse una manzana, cosa que tenían prohibida, vino un ángel y los echó de ahí. Y también nos dijeron que Dios creó el Universo y el Mundo y descansó el séptimo día… Pero eso no dice el libro de Ciencias.

El abuelo me miraba sin decir nada. Yo continué:
-Te soy sincera, es una historia muy linda la que nos contaron, de serpientes parlanchinas, ángeles, paraísos, pero me pareció más bien un cuento… ¿Acaso tenemos primos orangutanes?
-No solamente primos primates –me dijo y agregó-: en el mar, algunas criaturas acuáticas, semejantes a los tiburones, engendraron los primeros seres humanos que luego fueron evolucionando hasta…
-¡Abuelito! Entonces tenemos un principio, no somos infinitos…
Pero ellos, esas criaturas marinas, ¿de dónde salieron? ¿Hay un Dios, como explican mis profesoras monjas?

Mi pobre abuelo lo tenía difícil con el tema, sin embargo siempre encontraba una salida a mis cuestionamientos:
-Te lo explicaré con números. Asignemos al día presente: "Cero". Mañana será +1; pasado mañana, +2; y así sucesivamente al futuro. Y para irnos al pasado tenemos que ayer fue -1; anteayer, -2; el día después de anteayer, -3; y nos vamos hacia atrás con números negativos.
-Abuelo, nunca terminaríamos de contar con números negativos al pasado, y eso me da la sensación de que surgimos de la nada… y con números positivos tampoco acabaríamos hacia el futuro nunca.
-¡Exacto! Existe la teoría de que nuestro mundo finito se halla encajonado entre dos infinitos. Las religiones lo explican con un Ser que llaman Dios…
Esta vez fui yo la que lo miré sin hablar.

-Mejor escucha este poema de Mario Benedetti, se llama: Mundo –me dijo el viejo y se puso a declamar.
No vayas a creer lo que te cuentan del mundo / en realidad el mundo es incontable / en todo caso es provincia de ti / no vayas a creer lo que te cuentan del mundo / aun los que te aman mienten sobre / probablemente sin saber que mienten / en la vigilia te sentirás lejano / testigo de tu mundo desde el mundo / sin nubes de tu aliento en los cristales / la humareda del hombre se eleva en la noche / y no sabrás de donde viene el fuego / pero la expectativa te volverá humilde / en el mundo el abismo es un oficio / las preguntas en vano / una vieja costumbre / los desatinos / marca de abolengo / no vayas a creer lo que te cuentan del mundo / (ni siquiera esto que te estoy contando) / ya te dije que el mundo es incontable.

Dejé los libros y me puse a declamar poesías con el abuelo hasta que llegó la hora de la cena. Después vino la música y me fui a dormir tarde esa noche.
Y sin haber estudiado... casi.

lunes, diciembre 01, 2008

Helada

Estaba en un nuevo curso escolar y no entendía las matemáticas. Vislumbraba un cero en mi libreta de calificaciones. Probablemente vendría una reprimenda paterna aunada al castigo de no jugar con mis amig@s el fin de semana… era terrible y me causaba angustia.
¡Necesitaba al abuelo!

Existía la posibilidad de que el viejo viniese para explicarme lo que yo no entendía de la exposición del maestro.
-Depende del tiempo si voy o no –me dijo.
Y es que había pasado una gripe invernal y no se quería exponer a una recaída.
Esa noche estuve mirando la televisión. Quería enterarme cómo iban a estar esos días. Mi abuelo vendría si el clima era bueno.

Y el hombre del tiempo dijo que la probabilidad de que helara el sábado era del 50% y también era del 50% la de que helara el domingo… por lo que concluí que las probabilidades de heladas durante el fin de semana eran del 100 por ciento, y así se lo hice saber telefónicamente al viejo.

Mi abuelo, divertido ante tal observación y viendo que yo no había comprendido las probabilidades ni las fallas gramaticales del hombre del tiempo, me dijo que se sentiría mejor hablando conmigo que bebiendo las infusiones de canela y ajo con limón que le preparaba la abuela.

Llegó diciéndome que las personas felices no tienen historia, y que yo, siendo muy pequeña ya estaba escribiendo capítulos de mi vida.
No entendía al viejo, pero lo dejaba que hablara y hablara. Y comenzó sus argumentos citando a Plutarco: No es ningún milagro que, en el largo transcurrir del tiempo, mientras Fortuna sigue su curso acá y acullá, hayan de ocurrir espontáneamente numerosas coincidencias.

Comencé a vislumbrar algo.
-Abuelito, mi nuevo compañero de clases me dijo:
"¿Tú también eres Acuario? ¡Qué emoción!" Y la verdad, no supe por qué se emocionó tanto...
Mi abue, después de carcajearse un rato, soltó:
-Tenía la certeza de que venir a visitarte iba a ser 100% divertido. Pocas cosas me descorazonan más, que encontrarme con alguien que parece inteligente y abierto y de pronto me pregunta por mi signo del zodiaco y luego encuentra características de mi personalidad que encajan en ese signo.

-Abuelo, entonces ¿no crees en la astrología? ¿Por qué?
-No creo porque soy Capricornio y los Capricornios no creemos en la astrología.

Las explicaciones del abuelo acerca de las probabilidades y las estadísticas funcionaron un 90%, por lo que tuve en mi libreta los mejores promedios del año.

Y cuando el tema de las matemáticas y las probabilidades, coincidencias y estadísticas estaba terminado en un alto porcentaje, o eso creía yo, el abuelo concluía con frases, que a veces eran suyas:
"Nada está escrito ni nada prometido. Sólo existe el presente. Ni astrología, ni signos zodiacales, ni probabilidades de 100% de heladas potenciales…"
Entonces, sacaba el violín de su estuche (a todas partes lo llevaba) y salían melodías suaves que un 50% de las veces me incitaban a dormir.