Ya había oscurecido cuando fuimos a por el Nanu. Estaba helando y el frío era espantoso. Lo sentía terrible debajo de la ropa, y eso que me abrigué suficiente.
Compramos el loro en una tienda de las Ramblas. Nos dijo el empleado que no tendría más de un año. Era un Yaco africano gris con la cola roja.
Temblaba asustado y gritaba fuerte. El dependiente lo agarró con unos guantes y lo metió en una jaula forrada con papel. El animal, cuando ya no pudo ver nada, dejó de gritar.
Pobrecillo, pensé, debe tener frío. Él, que viene de África, del calor…
Encendimos la calefacción de la casa. Quería que se sintiera cómodo en su nuevo hogar… y seguro él estaría pensando en qué le iban a hacer esos verdugos que lo tenían allí y lo miraban de ese modo.
Tenía ganas de abrazarlo y de quitarle el frío que yo sentía y calmarle el susto. Quería que comiera y bebiera y que comenzara a repetir mis frases y mis canciones. Y que me diera la pata y hacerle el piojito rascándole la cabeza… y su barriguita.
Nos miraba temeroso. Le platiqué para que fuera reconociendo mi voz, para que me imitara. Pero el animal se pescaba con una pata del palo donde estaba y con la otra de las rejas de la jaula, como si de esa forma fuera en cualquier momento a echar a volar para protegerse de nosotros, sus enemigos actuales. De su garganta salían molestos sonidos muy fuertes si me acercaba.
Así que me aguanté las ganas de abrazarlo, sólo traté inútilmente de desearle buenas noches y decirle hasta mañana.
-Hola, Nanu.
Nanu quiere decir “niño” en catalán.
Y no fue mi voz la que dejó salir primero el Yaco. No. Fue la voz de mi pareja. La escuché y pensé que había vuelto temprano de su trabajo.
-Hola, Nanu –repitió.
Me fui rápidamente al teléfono.
-¡Escucha! –dije a mi esposo poniendo el aparato cerca de la jaula.
-…
Nada.
-¡Ey! ¡Habla! ¡Di lo que dijiste! –le decía al loro y…
-…
Silencio. Nomás me miraba. Colgué el teléfono sin que mi compañero supiera qué dijo el animal. Yo quería que fuera una sorpresa para él.
Pero tras cerrar la comunicación telefónica, otra vez:
-Hola, Nanu –dijo.
-Jajaja, me estás vacilando, condenado Nanu.
-Jajaja. Hola, Nanu –repitió mezclando mis carcajadas con la voz de mi marido.
Y así fue como lo llamamos: Nanu.
Estábamos a finales de la primavera.
Ya se había ido el frío…
11 comentarios:
Muchas veces he pensado en el daño que hacemos enclaustrando seres que nacieron para libertad, tan solo para acompañar nuestras soledades, o para satisfacer algunos caprichos. En España, por su cercanía y sus colonias africanas, es aberrante la vida lastimera que se les da a algunas mascotas, sobre todo a los chimpances. Aunque jamás he tenido mascotas, creo que los gatos son los ideales, ya que con ellos se fomenta una relación de coveniencia, dado que se dice que en realidad nunca se ahn domésticado, mantienen su autonomia.
Por otra parte, literalmente, el post es muy bueno.
Saludos.
No sé, no identifico si es una fábula, no podría ser por no acabar en moraleja, pero si la moraleja es enseñanza debería ser esa y es en el uso de tanta palabra donde olvido lo que te quería decir.
Gracias por visitar blogenstein, le vendría bien a Entropía una visita suya
ese loro es un palomilla... jajaja... me recuerda esa caricatura de la WB en la que un hombre encuentra una rana que canta muy bonito, pero que cuando hay publico no canta nada y hasta se alquila un teatro y... fracaso total.... jejeje
que bacan, yo no creo tendría un loro, no habría quien lo cuide...
Te ha salido un loro parlanchín, y que otras cosas dice?
Jajaja, ¿te arremedó con todo y la carcajada? Loro chistín.
........
Hola Juanita:
Simpàtico tu Lorito, yo tengo uno en casa, ni idea tengo cuantos años tiene el condenado, ya que se lo regalò a mi ma' un vecino, ese vecino a su vez lo rescato de un taller mecànico porque ahì era maltratado a palazos por el dueño del local. Desde que llegò a casa tenìa el tamaño que actualmente tiene, yo tenìa 4 años de edad. Mi abuelita lo metìa a descansar en la cocina y lo tapaba, despuès de esto platicaba y le cantaba; èl animalillo canta la marcha, dice hola, grita como el vendedor de tamales, dice "puto", le chifla a las damas. Su nombre es Lorenzo.
Es toda una personalidad, actualmente tenemos un perrito, y Lorenzo le da besitos en la narìz al prieto de mi perrito.
Nos veremos pronto mi amiga...
Mafalda
Dice Roberto Carlos en una canción "yo quisiera ser civilizado como los animales", me encantan, aprendo de ellos.
te digo que que bien escribes!
definitivamente te voy a invitar a participar en un librito que estoy preparando!
saludotes!
Casi pude ver a Nanu.... y aún se encuentra contigo querida Juani????, por lo que comentas fue del tiempo en que anduviste por Barcelona verdad???
Si aun está contugo dale cariñitos de mi parte ok????
Saludos un abrazo y un beso mi querida Juani. MUUUUA!!!!
Hola Juana.
Ya termina el verano. Luego del otoño vendrá el invierno, con él el frío.
Aaaaahhhhh!!!!
Hermoso, hermoso, me encantó Nanu, también me dieron ganas de abrazarlo. Me alegró el día, espero que siga todo bien con él.
He conocido loros parlanchines y groseros pero nunca como uno de la tía de un amigo. Este loro hablaba mucho mucho mucho. Cantaba, recitaba, al acercarte te decía de todo, lo mínimo era "borracho" (tal vez sabía algo) y esta palabra también la decía en una rima que yo la conocía como:
"erre con erre cigarro
erre con erre barril..." etc.
Pero este loro la decía:
"erre con erre borrrracho
erre con erre pennndejo"
jajajaja, cómo me daba risa eso. Todavía no sé en dónde lleva la erre esa última palabra.
Publicar un comentario