Seguidores

lunes, noviembre 20, 2006

Mis abuelas


"Mi abuela paterna se llamaba Adela y era mejor conocida como La Adelita.
Mi abuela materna se llamaba Juana María y todos le decían Juana Gallo.

La Adela tenía un enamorado, era un Sargento de la Revolución que soñaba en casarse con ella y llevarla a bailar al Cuartel, donde cada sábado por la noche organizaban festejos.

Juana María tenía a sus padres, eran unos ricos hacendados que la querían mucho y le habían dado una educación que no iba de acuerdo con la época machista en que vivían. Juana María era doctora en Medicina.

Adela sorprendió al Coronel, cuando en una batalla despachó a quince federales, y salvó la vida del militar. El Coronel la respetaba pero también la enamoraba.

Una noche llegaron los federales a la hacienda y mataron a todos. Juana María se salvó porque esa noche, montada en su caballo, había ido a curar a un enfermo del pueblo vecino.

El Sargento, que idolatraba a la Adela, comenzó a tener celos y se oía por todas partes que le decía: Adelita, si te fueras con otro, te seguiría por tierra y por mar.

Quemaron la hacienda, robaron todas las cosas y Juana María pudo verles. Supo quién fue el desgraciado federal que mató a sus padres y, desde el gallinero donde se escondía, juró vengarse y llorando, abrazó a su caballo para que no relinchara y la fuera a delatar. Amanecía y cantó un gallo.

La Adelita, que además de ser valiente era bonita, era también muy ambiciosa y no se conformaba con los vestidos que de cuando en cuando el Sargento le regalaba. Ella le quería, sí pero el Coronel no estaba mal y aquel General...

Desde aquel fatídico amanecer, Juana María se hizo llamar Juana Gallo. Reunió a los campesinos, a los indios y a los pobres y formó su propia tropa, donde ella era la Generala.

La Adelita era la mujer más popular entre la tropa. Cantaba y reía sin vergüenza y, al bailar, los vuelos de su vestido de seda se levantaban, dejando ver unas piernas preciosas y algo más. Los hombres la miraban y el Sargento enloquecía. Adelita, por Dios te lo ruego, si me matan en batalla, júrame que me vas a llorar.

Juana Gallo mataba muchos federales y su tropa cada vez era más numerosa. "Órale mis muchachos, repártanse el botín, los que estén heridos los voy a curar y, las mujeres que enciendan el comal, que orita mismo iremos a cenar".

El Sargento estuvo varios días fuera del Cuartel cumpliendo una misión y cuando regresó, enloquecido quiso matar al Coronel, porque se enteró de que la Adelita había bailado toda la noche con él. Entonces el alboroto fue mayúsculo porque el Coronel le explicó que la Adelita había bailado con el Capitán, con el Teniente, con el General y con casi toda la tropa...

Cada vez que había una batalla, Juana Gallo buscaba al desgraciado infeliz cabrón que había matado a sus padres. La cara del asesino la llevaba grabada en la memoria y, montada en su caballo, galopaba entre los soldados, buscando, siempre buscando y matando, hasta que un día...

La Adelita era coqueta sí, pero no tenía dueño. Era valiente sí, pero también era romántica y ella solamente se entregaría en cuerpo y alma a aquel hombre que una tarde conoció y nunca más había vuelto a ver. Adelita esperaba encontrárselo de nuevo.

"¡A ése no le fusilen, déjenmelo a mí!". Y dice la gente que Juana Gallo cortó los testículos al asesino de sus padres y lo hizo con mucha maestría, utilizando además de sus conocimientos profesionales, el machete sucio con el que acababa de cortar varias cabezas en batalla.

Y la Adelita le encontró de nuevo, una tarde de paz, cuando se bañaba en el río. El hombre se quitó el sombrero, las cartucheras, el fusil, las pistolas, los cuchillos, las botas, la ropa, los calzones y se lanzó al río. Lo único que se llevó al agua fue su olor.

Y Juana Gallo le dejó vivo. Él se fue por el camino llorando de dolor, apenas podía andar. Los vendajes que tenía entre las piernas eran lo único que le cubría. Tenía frío, hambre, asco y, sobre tode dolor, mucho dolor.

Chapotearon en el río, se besaron y muchas cosas más. Sí, y la Adelita a los pocos meses se tuvo que casar con el Sargento, porque estaba embarazada del General.

El General era el hombre más valiente y atrevido, era sagaz y cauteloso. Era alto y atractivo. Era sin duda un caudillo. Y con las mujeres era galante y lisonjero y también era muy escurridizo. Tenía sentido del humor, inteligencia superior y, cuando combatía despedía un olor a macho irresistible para cualquier hembra.

Juana Gallo, la doctora, la Generala, era también una mujer misteriosa que nunca correspondió a los amores de los militares. Su vida íntima era muy privada y muy suya. Juana Gallo, una noche de combate, olió al General.

Dicen que cuando la guerra acabó, llegó la alegría al pueblo. "¡Ganamos los de la Revolución!", gritaba la gente. Bebían tequila por las calles y bailaban. Y poco a poco, al correr de los días, las cosas se fueron normalizando...
La Adelita tuvo un hijo del General.
Juana Gallo tuvo una hija del General.
Mi abuelo, el General, se llamaba Doroteo. Todos en el mundo le conocen como Pancho Villa."

(...) Fragmento de la novela Bigote Prieto. Editorial Nihil Obstat.
Barcelona, 2001.
Premio de Novela Odaluna, 1999.
Coro Perales

12 comentarios:

gatita dijo...

Chanclas de gato Juani!!!!.... eres nieta del mismisimo Pancho Villa???.... son sus 2 viejas a la orillas sus mujeres????..... mira que me tuviste con los ojotes bien... bien abiertos!!!!
Mi querida Juani Gallo siempre es para mi un placer leerte.... me llevas allá donde tus líneas.... ya andaba yo de fusil y toda la cosa.... eso sí lejos de los hombres de tus abues!!!!!.....entre lo revolusionarias y lo bonitas.... quien puede competir... y yo con lo coqueta tengo....mmmm no tengo de esos que les cortaron.... pero no vayan a idear al guna tortura....jajajaja.
Saludos y un abrazote amada Juani Gallo!! Buen inicio de semana.

Anónimo dijo...

¡Felicidades, Juana Gallo (me refiero a ti, no a tu abuela. O sí, también a tu abuela)!

Has posteado un bello texto para celebrar esta Revolución que algunos, ahora, pretenden borrar de la historia. No lo conseguirán, mientras haya Adelitas y Juanitas y tantas otras.

Felicidades también por tu texto, con esas mujeres vivas al margen de estereotipos oficiales, desmitificadas, tal como habrán sido: rebosantes de pasión.

Se antoja leer más.

Saludos.

leoncita28 dijo...

muy buen relato el que escogiste, mi deacuerdo con la fecha, seguire visitandote =)

Angeek dijo...

¡Hasta que se me hizo darle una probadita a Bigote Prieto!
Muy bueno lo que he leído.
Hay muchas Juanas y Adelas por ahí.
Lindo, lindo.
¡Saludos!

gatita dijo...

Juani!!!!! apenas voy cayendo en detalles!!!! estaba medio dormida..... o sea que los 2 hijos del general ( hijo, hija) se casaron??????..... y la nieta está narrando la historia?????.....
Te digo que el café con canela hace reaccionar hasta a las gatitas!!!!....
Juani.... dime la verdad eres tú la susodicha????.... claro puedes decirme que que me importa el chisme!!!!.... pero si eres igual de guapa que la adelita y peleona como la Juanita sería una explicasión lógica de por que es asté tan inteligente y siempre tiene casa llena.... Besos!!!

இலை Bohemia இலை dijo...

Tremendo pasaje...me encantó!!!
Gracias por tranportarme con tus letras...

Alb@ dijo...

¿Y dónde puede una adquirir bigote prieto? Digo... me quedé toda "picada"...

Mafalda dijo...

..... Oyeme, oyeme.... que buen libro....
Gracias por compartir este fragmento, yo me identifico más con la peronalidad de Juana Gallo.
Un fuerte abrazo solidario estilo pinza Kelly.

Mafalda

Coro dijo...

¡Ah!, muchas gracias por sus comentarios... de veras, gracias.
En realidad no son mis abuelas, pero como si lo fueran, las adopté, o ellas me adoptaron... en fin, que yo las imaginé, aprovechando los mitos... ya me hice un lío, pero me acompañaron y seguirán estando conmigo... a veces ¡hasta las sueño!... mis abuelas verdaderas me contaron historias de la Revolución y, pues aquí están...

Abrazos verdaderos, imaginarios, virtuales y de pinzas Kelly

Anónimo dijo...

Quiúbole Juana Gallo:

Excelente la muestra de tu novela. Me esperaré a poder leerla completa.

Gracias por compartir el fragmento.

Anónimo dijo...

De nuevo, hola:

Por cierto, estamos sincronizados.

El lunes 20, también publiqué, junto con una de Emiliano y Pancho y otra de Los Dorados, la de Adelita. Me los encontré por Madero, llegarón hasta el Zócalo.

Anónimo dijo...

Felicidades por tu creatividad y por compartirla con los demás. Sigue, sin desmayar, pues aunque te canses verás al final el fruto que deseas encontrar. Pilar.