
En mi caso: el abuelo.
No hacía más que tocar el violín, declamar poemas y despilfarrar la herencia de la familia (nunca trabajó en su vida). También era físico matemático y medio loco.
-¿Qué número es seis dos veces? –preguntaba el viejo.
-¡Doce! –respondíamos.
-¡Tres! –corregía él.
En las vacaciones de verano nos entretenía con problemas de matemáticas:
Un barco navega por el océano, salió de Barcelona, lleva una carga de aceite de oliva de 150 toneladas y se dirige a Veracruz; la vela de la Mayor se rasgó en la tormenta, el mástil principal está roto, el marinero de cubierta descubre un polizón, hay doce pasajeros más, el viento sopla Oeste-Norte-Oeste, son las seis y media de la mañana en el reloj y estamos en el mes de abril. ¿Cuántos años tiene el capitán?
Luego nos salía con:
No nos une el amor sino el espanto; / será por eso que la quiero tanto (…) Borges.
Hubo días veraniegos en los que sólo tocaba el violín.
Sentada, lo miraba cuan largo y flaco tocar su instrumento durante horas hasta que los ojos se me cerraban de sueño.
Después, aparecía dicharachero y salpicaba sus conversaciones con aforismos, proverbios y carcajadas. Cuando ya la fortuna estaba por acabarse (y nadie en la familia lo sospechaba siquiera) soltaba:
Lo necesario, aunque cueste sólo un centavo, es caro. Lucio Séneca.
A menudo se dirigía a nosotros (sus niet@s) declamando:
Juventud, divino tesoro, / ¡ya te vas para no volver! / Cuando quiero llorar, no lloro... / y a veces lloro sin querer. (…) Rubén Darío.
Algunas veces, al despertar de sus letargos musicales, decía solemne:
Me aterroriza el silencio del espacio infinito.
Y comenzaba a escribir ecuaciones y logaritmos en una pizarra.
Ya enfermo y en cama, seguía...
Acércate, me dijo:
Polvo serán, mas polvo enamorado (…) Quevedo.
Recuerdo que fue de Amado Nervo el último poema que declamó sin olvidar ni un verso… ¡pocas horas antes de morir!:
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. / ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! (…)
Heredé de mi antepasado, además del violín, la curiosidad por las frases y los aforismos y realmente disfruto analizando cada un@ que encuentro…
Woody Allen podría ser un exótico pariente de cualquier lector de este blog.
¿Te gustaría que fuera tu abuelo, tío, cuñado…?
Me despido con tres de sus máximas:
1) De pequeño siempre quise tener un perro, pero mis padres eran pobres y sólo pudieron comprarme una hormiga.
2) Hice un curso sobre lectura rápida y leí Guerra y Paz en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia.
3) No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior.
¿Cuál es tu frase o aforismo favorit@?
PD. Nunca supimos la edad del capitán.
Ilustración: El violín de Pablo Picasso